Me acuerdo de ti, y no puedo evitar pensar en las veces que no he podido llenarte de esos besos que no querías recibir. También me cuesta no tener ningún motivo para volver a buscarte, que los hayas destrozado como hiciste con todos los planes que jamás podremos llegar a cumplir.
Y mira que la Navidad llega cada año más temprano y todos se colman de regalos y fiestas (algo que nunca he llegado a entender del todo), y parece que se quieren más que en el resto del año (esto no lo he entendido desde el principio), y tú y yo tan distantes en el tiempo y el espacio, sin siquiera ganas de querernos un poco.
Ahora tenemos nuevos proyectos, y sobre todo, nuevas ilusiones basadas en otros ojos que sí supieron mirarnos. Mucho mejor así, es verdad. Tenías razón, aunque siempre me haya costado reconocerlo, como siempre me ha costado empezar un nuevo año sin tener nuevos propósitos.
Solo quiero decir que, después de todo, quizás (siempre es quizás tratándose de ti) debamos volver a todos los sitios que pisamos una vez, y así volver también al recuerdo, y comprender que siempre hemos debido tratarnos de manera distinta a como lo hicimos. No sé si mejor o peor, tal vez sólo diferente.
Yo lo sé y tú también deberías saberlo. Que el "Voy a volverme viento para entrar en cada hueco que dejaste sin cerrar" nunca pretendía llevarse de frente todo lo que habíamos conseguido hasta entonces. Y ahora el viento ha traído el frío y me vuelvo a acordar de ti, y de mí contigo, y sé que nunca volveré a ese momento, y curiosamente, eso es lo que me hace progresar.
Y, aunque sea una pena, es entonces, al desprenderme de ti, cuando mis formas empezaron a tender hacia el futuro perfecto.