sábado, 21 de noviembre de 2015

Lo que el cielo a las estrellas

Quédate con él, con ese al que ves como amigo y que te gasta cuatro bromas sin que tú sepas que las hace para intentar gustarle. Ese que está en los problemas más que en las alegrías, el que sabe cual es tú comida favorita o lo que tiene que decir exactamente para que te vengas arriba. Él que se pone rojo cuando te ve y duda articulando palabras cuando llegas sin avisar, aunque su aparencia sea chulesca. El que se te declara entre bromas, el que tiene besos guardados en un cajón esperando a que tú lo abras, y está empezando a llenar el armario porque ve que no llegan, ese, que cuando se despide de ti siempre te dice hasta luego y nunca adiós. Él, que tiene mil nombres pero una sola cara. El que te miraría a los ojos incluso cuando te estés quitando la ropa sabiendo que lo que viene después, será la guerra que nadie ha escrito y cien formas de placer que no conoces. Ese que se pone caliente con tú sonrisa y no con escotes, ese del que te estás acordando ahora mientras estás leyendo este post. Al que un día no supiste valorar, pero no por tu culpa corazón, sino porque es de incalculable valor. 
Quédate con ese que vea en tus pecas y lunares constelaciones de estrellas, en tus cicatrices historias, y en tus estrías senderos, esos que recorrería una y otra vez para llegar a tí. El que te hace de un lunes un viernes, el que te pregunta si tiene alguna posibilidad entre un millón, y tú, quizás, para salir del paso, le dices que bueno, que una puede, y el valora eso, que tiene una.
Quédate con el que te ponga el mundo cuesta abajo y la respiración cuesta arriba; con el que se acuerde de fechas importantes, aunque a ti se te olviden a veces. Con ese que aprende a sentir contigo, el que tenga un olor que te recuerde a él cuando no esté a tu lado. El que escriba una historia que tú no pensabas leer. Quédate con el que te ofrezca un cigarro y se te quede mirando como si de una oda al tiempo se tratara con cara de idiota. Con ese que te haga sentir que tú eres el menú completo corazón y no solo el postre o una recena de comida basura. Con el que te regale unas flores y te diga que le dejarás de gustar cuando se marchiten todas, y descubras que una de ellas es de plástico. Con el que te ofrezca un ”ahora” durarero y no un ”para siempre” con final. Con ese que despeinada y rimel corrido, te ve como la octava maravilla del mundo o la novena si cuenta tu forma de caminar. Con el que te muerda el labio y se te encoja el estómago. 
Quédate con el que te haga el invierno caluroso. Con ese, que te hace enfadar pero hace dos muecas y no puedes evitar reírte, con el que adora tus defectos, y disfruta tus virtudes. Ese que te pinta el cielo de azul cuando amanece gris. 
Quédate tú, porque el tiempo no se queda. Porque la vida pasa en un minuto y solo será eso lo que nos queda.

*Quedate con quien sea tu nido cuando tus alas se cansen...

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Arriba los corazones

No es porque seas lo más bonito del mundo, ni porque apenas creas en el amor.

Tampoco es porque al cruzar las manos, tus dedos siempre sobresalgan de los míos.

No es por tu mirada constante, ni por tus ganas de cambiar el mundo. Tampoco por la puerta al cielo que tiene tu sonrisa algunos lunes.

No es porque hagas volar nubes cuando te aviso de mis tormentas, ni porque dibujes mi hoyuelo izquierdo cada vez que hablo de guerras de un solo bando.

De verdad, te lo juro, tampoco es porque entiendas todas y cada una de mis expresiones; ni porque te partas de risa con mi risa, ni porque andes como un príncipe; ni porque habites en el mundo como un rey.

No es porque en la cama bailes como nadie, no es porque te muevas como una serpiente en la vida, no es porque tus películas sean mis historias, no es porque tus lágrimas sean mis ganas de matar. Ni tampoco porque tu ombligo sea la llave de los viernes de verano. 

Es por la magia, por el ruido, por las interferencias.
Es por la complicidad; por los besos en la nuca.
Es porque tú en invierno siempre has sido primavera.
Es pura y sinceramente porque eres la única persona,
por la que yo renunciaría al resto.