tan crédula era que aposté todo lo que tenía en un libro que
ya había acabado.
Caminé sobre las vías del tren,
buscando un nuevo camino abandonado,
para llenarlo de sueños e ilusiones y vaciarlo de todo
llanto.
Con mi risa soñadora le di color a cada nuevo momento que
compartimos.
Lo que no sabía es que de los sueños se despierta,
y que nada puede volver a ser lo que era,
por mucho que se quiera.
Me dijeron: "Las segundas partes no son
buenas",
pero para mí parecía que sí lo eran.
Pobre ingenua, por creerlo a la primera,
no sobrevivimos ni una primavera.
Del color de mi sonrisa, pasamos al gris de su prisa.
De encuentros a escondidas, pasamos a más mentiras.
La gente no cambia, yo lo dije en su día.
Me cegué buscando a alguien que no conocía.
Lucía...
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