sábado, 1 de febrero de 2014

Como no teníamos nada que ver, usamos otros sentidos.

Va a llegar un momento, en el que todas las cosas que no sabemos, las sabremos. Veremos claro que los horizontes sólo están pintados. Que el futuro solamente es a donde vamos.
Tal vez pienses que ser optimistas es pedirnos demasiado, pero los ojos no mienten y en los tuyos, aunque estemos en tormenta, el cielo está despejado. Que muchas veces sólo necesitamos un empujón para intentarlo. Que lo llevamos dentro, que tirar para delante es innato. Que de vientos y mareas aquí no pueden hablarnos, que fuimos todos los putos barcos, los que se hundieron y los que se pusieron a salvo. Que dejen de engañarnos, y dejemos de engañarnos. Que igual una persona no puede llevar el mundo en su costado, pero sí que puede ayudar a llevar el mundo de otra a su lado.
Y vamos a dejar de alarmarnos por todos los miedos que quieran que tengamos,  que si antes no había monstruos en los armarios, ahora no hay nada que pueda terminarnos. 
Que se escuchan más los rumores que llevan las calles que las cosas que hablamos.
Que si hay que gritar, mejor nos gritamos, que ya llevamos mucho tiempo callados y los gritos sólo duran el tiempo que alguien esté escuchando.

Y a veces no importan los finales, ni los principios. Sino en donde estamos. Si hoy son todos los días de nuestras vidas, mejor que merezcan la pena los daños.




*Llevo la sonrisa forzada y el alma un poquito en alerta
porque derribaron mis botes, 
quedé flotando en mar abierta.
Si me olvidas vivirás tranquilo, 
tendrás planes y proyecciones, 
si me olvidas no habrá remolinos
ni altibajos de emociones.
Porque el momento de encontrarnos
llegó en plena tormenta, 
y aunque mis velas te buscaban, 
tu dirección estaba quieta.

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